CLÁSICOS La historia del transporte en USA. Museo Beam
Y después de la guerra llegó la lucha
Al inicio de los años 40 la Carolina Freight Corporation se convertía en una gran compañía y los primeros trailers desafiaban los polvorientos caminos de Carolina del Norte. La Segunda Guerra Mundial movilizó en todos los aspectos a los USA, de forma que afectaría profundamente el transporte por carretera en aquel país, pero cuando los excombatientes regresaban a sus casas y retomaban sus empleos como camioneros iban a comprobar que la lucha no había terminado del todo. CLÁSICOS La historia del transporte en USA. Museo Beam
Por Joan Garriga
Aunque el mundo y, especialmente nuestra península, llevaban ya unos años sumidos en un duro baño de sangre, lo cierto es que para la mayoría de estadounidenses hasta el 7 de diciembre de 1941 la Segunda Guerra Mundial y la lucha de poderes mundiales no era precisamente algo que les quitase demasiado el sueño ni afectase muy directamente sus vidas. La guerra era algo de los europeos y nadie pensaba que fuese a dejar de serlo hasta que los japoneses bombardearon una base de la US Navy en las islas Hawai llamada Pearl Harbour. Aquello despertó a un gigante industrial, económico y militar. Había que prepararse para derrotar al Imperio Nipón y a sus aliados nazis.
Para ello resultaba fundamental fabricar millares de aviones, tanques, fusiles, barcos de guerra…Y sobretodo transportarlos allá donde fueran necesarios. Y eso en un país tan enorme como los USA requería algo más que las viejas carreteras de toda la vida. La Segunda Guerra mundial no sólo significaría la mejora técnica en infinidad de campos. Pues la invertigación para matar más eficazmente también llevaría a obtener mejores motores, mejores aviones, mayores camiones y un sinfín de novedades tecnológicas. Uno de los campos que se desarrollaron en aquellos años todavía hoy resulta visible y es causa de envidia a quienes visitamos aquel enorme país. Se trata de su sistema de autovías interestatales, que como una retícula permiten la rápida circulación a lo largo y ancho del continente norteamericano.
En un primer momento se trataba de asegurar que si se producía un ataque japonés en la costa del Paífico podrían enviarse todos los pertrechos y refuerzos que fuesen necesarios. Así que las estrechas carreteras de un sólo carril, muchas de ellas todavía sin asfaltar, dejaron rápidamente su protagonismo en favor de las nuevas autovías de doble carril que posibilitaban el transporte de un modo rápido y eficaz. Además, las nuevas carreteras permitían la circulación de camiones de mucho mayor tamaño, de modo que se estaban sentando las bases para el transporte moderno. Porque la contienda mundial no duraría siempre, como un par de bombas atómicas dejaban claro en el verano de 1945, consiguiendo la rendición del japón.
Del frente a los Teamsters
En 1946 la Carolina intentaba aprovechar que por fin disponía de abundancia de personal para extender sus rutas hacia el norte, por los estados de Pennsylvania y Nueva Inglaterra. Aunque a medida que sus camiones rojos abordaban nuevas rutas empezaron a darse casos de incidentes muy poco casuales: pedradas, arena en el depósito de combustible, neumáticos que renventaban de cuatro en cuatro… Eran los años en que el sindicalismo se extendía entre el transporte estadounidense. Habían nacido los teamsters y pronto sería obligado llegar a un acuerdo con los nuevos hombre fuertes del asfalto, si no pretendían recuperar los tanques con que habían derrotado a japoneses y alemanes para utilizarlos en las principales rutas de distribución. Curiosamente por aquellas fechas la compañía Carolina pagaba a sus conductores por encima del salario reivindicado por los nuevos sindicalistas, pero igualmente se dejó claro que el único medio para poder continuar trabajando sin problemas era afiliarse a un teamster local, que sería inmediatamente creado en Cherryville, la sede de la compañía.
Definitivamente los teamsters, con sus lazos hacia organizaciones de otro tipo no demasiado claras, habían iniciado una época de férreo control del transporte que se extendería durante décadas. Pero aún con el peaje que significada claudicar ante dichas exigencias, por fin la compañía podía dedicarse a transportar y extenderse. De hecho en 1949 la empresa transportaría 92.000 toneladas de mercancías a lomos de sus camiones, siendo el noventa por ciento de ellas pertenecientes a la industria textil de Carolina del Norte. Había que seguir creciendo y encontrar motivos para que los pocos industriales que continuaban confiando en el lento ferrocarril se pasasen a los camiones rojos adornados con el letrero Carolina.
La fuerza de un bulldog
El ferrocarril era un medio fiable para los envíos de materiales, siempre y cuando a uno no le importase demasiado el plazo de entrega. Nada se solía perder, pero unos vagones podían muy bien pasarse unas semanas estacionados en cualquier apartadero del estado de Missipi aguardando a que alguien los reclamase. En cambio, las autovías y los modernos camiones disponibles convertían las rutas regulares de transporte de mercancías por carretera en algo con un horario tan fiable que la gente de los pueblos podía saber si era la hora de cenar cuando veían pasar los flamantes Mack, Ford o White de la Carolina por la carretera.
Poco a poco los industriales se acostumbraron a confiar en esos horarios de entrega para servir a sus clientes y el transportista se convirtió en el almacén con ruedas de sus clientes. Los grandes comercios de Nueva York, Miami o Baltimore no necesitaban disponer de un gran stock de prendas de vestir, simplemente sabían que si pedían algo llegaría en la entrega del día siguiente. Había nacido la logística del just in time. Y para ello no sólo se requería el esfuerzo de los mismos profesionales de siempre, sinó también una organización que disponía de rutas, puntos de enlace y almacenes de intercambio de mercancías en las principales capitales de toda la costa este del país y que seguía extendiéndose. Todo ello basado en la fiabilidad y prestaciones de modelos como los Mack de la serie Thermodyne, que marcarían una gloriosa época en el transporte durante los años 50. CLÁSICOS La historia del transporte en USA. Museo Beam
Eran camiones con poco más de 200 CV de potencia, pero gracias a sus sólidas transmisiones de 24 velocidades, con dos reductoras, podían enganchar un semirremolque con más de 20.000 libras de carga útil y recorrer enormes distancias sin presentar grandes problemas mecánicos. De hecho, con el desarrollo del sistema interestatal de autovías en 1956 ya era posible que un camión circulase entre Boston y Seattle sin tener que detenerse por cul pa de un semáforo o un stop. No está nada mal teniendo en cuenta que ese trayecto entre la costa este y la capital de la costa del Pacífico junto a la frontera canadiense significa recorrer 3.085 millas de ida. Esa expansión en las rutas llevó también a extender los tipos de carga a manejar, entrando de lleno en el servicio a la industria alimenticia lo cual significaba manejar remolques frigoríficos e incluso realizar transbordo de cargas de frutas tropicales que desde centroamérica llegaban a Florida en los aviones cuatrimotores DC6 de la Pan am. El cargamento de dos aviones DC6 de fruta equivalía a la carga útil de uno de los Mack Thermodyne de la Carolina.
Rodeos camioneros
La competitividad entre transportistas no sólo se vivía en las rutas y tratando de arrebatarse cargamentos entre ellos. En la década de los 50 se pusieron de moda los rodeos para camioneros. Allí competían conductores profesionales de todo el país por demostrar quien era el más hábil. Las pruebas de conducción se realizaban dividiendo en categorías de camión rígido, tractora, cisterna, trailer y composiciones tándem de dos remolques.
No sólo era un divertido campeonato entre camioneros, se estableció una gran competencia entre las grandes empresas de transporte y además como los fabricantes de camiones ofrecían sus nuevos modelos para realizar las pruebas era una ocasión inmejorable para descubrir los nuevos camiones que aparecían año tras año. Conductores de la Carolina Freight Company se llevaron el codiciado premio del rodeo nacional en 1951,1956 y 1958.
Durante los años 60 y principios de los 70 los modelos de tractora cab over, chatos un poco al actual estilo imperante en Europa, se abrieron paso en la flota de la empresa. La serie 6400 de White sería buen ejemplo de ello. Se trataba de lograr camiones ahorrativos, en unos años en que la crisis del petróleo se sumaria a nuevos conflictos laborales con los teamsters, que incluyeron incluso enfrentamientos armados. Y es que los peligros de la carretera no siempre están detrás de una curva… Eso sí, ahora se autorizaban remolques de 45 pies de longitud para el trabajo, de los cuales se disponia de 600 unidades, nuevos o reconvertidos, en 1972.
La crisis del petróleo sería primero una amenzaza y después un acicate para incrementar la eficacia de la flota. De hecho la elección de modelos ahorrativos y la formación de los conductores en conducción económica haría que entre 1974 y 1982 los camiones de la empresa, con la misma carga útil, consumieran un 20 por ciento menos de gasóleo.
Eficacia contra crisis
Hacia 1975 también corrían vientos difíciles para los transportistas por carretera. Los responsables de la Carolina Freight Corporation deciden buscar los métodos y tipos de transporte más rentable para combatir el gran incremento de costes que sufrían. Por ello deciden centrar sus esfuerzos en la paquetería y la distribución, abandonando los largos recorridos que habían significado el 90 por ciento de su mercado.
De este modo los camiones se adaptan a circular a 55 millas por hora de velocidad máxima y los pedidos, menores en cantidad, ahora suponen una mayor facturación por kilogramo transportado. La idea parece funcionar bien, pues la compañía durante algunos años sigue creciendo, tras tener que despedir en un primer momento a 500 de sus empleados e incluso se abren nuevos mercados nacionales e internacionales absorviendo a otras grandes flotas en estados como Texas y California. Ahora a la eficacia en el trabajo se le une el combate entre accionistas y lo cierto es que este frente no se le da tan bien a la veterana Carolina, fundada en 1932.
Así las cosas en 1995 la empresa es absorvida por la Arkansas Best Corporation, una de las actuales grandes flotas en la distribución estadounidense, que todavía sigue paseando sus colores por aquel gran país y que ponía de este modo fin a la presencia de los camiones rojos que desde Cherriville habían paseado el nombre de Carolina durante más de 60 años. Su historia no se olvida gracias al museo que recuerda la empresa formada por los hermanos Beam y que nos ha servido para dar un repaso a la historia del transporte por carretera. CLÁSICOS La historia del transporte en USA. Museo Beam