Traslado de estructuras para la Sagrada Familia de Barcelona

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A cuestas con Gaudí

En estos tiempos en que hablar de construcción parece que obliga a hacerlo también de crisis, puede resultar chocante descubrir una obra que lleva 127 años en marcha y parece que todavía tiene por delante algún tiempo de plena actividad. Se trata del templo expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, la última gran iglesia europea en construcción.

La obra demanda grandes cantidades de elementos que viajan en camión.

 

Por Joan Garriga

 

Estamos en Galera, una pequeña población del prepirineo catalán, situada a unos 90 kilómetros de Barcelona, a medio camino entre esta capital y Andorra. En un claro desde hace meses algo más de una docena de hombres con infinidad de grúas y máquinas elevadoras han erigido una extraña estructura metálica, que poco tiene que ver con con los bosques, granjas y el aserradero que los rodea.

Los encofrados se preparan a 80 kms de distancia de la Sagrada Familia.

 

No se adivina utilidad alguna a la estructura circular de casi 20 metros de altura y aproximadamente la mitad de radio. Poco a poco la voz se ha ido corriendo entre los habitantes de las comarcas del Bages y el Berguedà que rodean esta población y lo cierto es que muchos son quienes se desvían de la carretera para recorrer el camino que les permitirá observar más de cerca este enorme anillo.

Cada pieza del encofrado requiere una plataforma de transportes especiales para su traslado.

 

Se le adivinan una especie de ventanales de marcada personalidad y la verdad es que entre tanto andamiaje la estructura no puede ocultar su especial personalidad.

Se trata de un transpalet gigante, para mover las piezas de este mecano gaudiniano.

 

Josep María Soler, uno de los encargados de la empresa de Construcciones metálicas Soler, nos aclara: “Esto es una sección de una de las torres de la Sagrada Familia de Barcelona. Nosotros hacemos aquí toda la estructura del forjado que después en la torre, a 50 metros de altura, servirá para rellenarse de hormigón.”

Durante las fases más activas de la obra se carga uno de estos forjados al día hacia Barcelona.

 

La idea consiste en trabajar en un lugar cómodo y, sobretodo, cerca del suelo, asegurando que todo el forjado y encofrado encaja a la perfección. Eso es lo que ha creado esta estructura tan extraña enmedio de un bosque.

El equipo de operarios de Galera al completo.

 

Se comprueba el encaje y luego se desmonta y se trasladará a Barcelona donde las grúas se encargarán que esa misma estructura encaje y cumpla su función a 50 metros de altura y, lo que todavía puede resultar más complejo, enmedio de una zona turística y densamente poblada.

Antes de llegar a la carretera debemos recorrer una pista de montaña con la carga de 16 metros.

 

Queda claro que pese a los rigores del clima aquí la obra se desarrolla de un modo más tranquilo. Aunque luego tocará mover esa sección entera de la torre hasta Barcelona.

Un transporte especial siempre requiere finura al volante.

 

Trocitos de 16 metros

José María sigue explicándonos:”Llevamos seis meses con este trabajo, hemos realizado todo el forjado con los hierros internos y las placas exteriores, que son piezas de unos 16 metros de longitud y 4 de anchura. Cuando hemos comprobado que toda la estructura encaja bien se vuelve a desmontar y se lleva en camiones de transporte especial hasta la Sagrada Familia, donde una grúa de 450 toneladas lo coloca en su posición final. A 50 metros de altura en una de las torres del templo. Ahora ya estamos en esa fase final, desmontando y cargando las piezas en los camiones.”

La descarga en el templo se realiza en apenas 5 minutos e implica dos grúas de grandes dimensiones.

 

Lo cierto, es que haciendo bueno aquello de que algo puede tardar más que la obra de la Sagrada Familia, uno de los conductores de la empresa encargada de dicho traslado, Grues Güell de Vic, nos explica que las esperas aquí forman parte fundamental del trabajo. Robert habla así: “Tenemos dos trailers de la empresa haciendo los viajes hasta Barcelona, pero nunca sabes lo que tardarán, ya que tanto el viento, como las condiciones de tráfico de la capital pueden retrasar una descarga hasta tres días.”

A 50 metros de altura todo debe encajar al milímetro.

 

Robert sin embargo no tiene demasiado tiempo para aburrirse, ya que al volante de su tractora MAN de tres ejes equipada con grúa, actúa como una especie de gigantesco transpalet, moviendo las piezas del encofrado que se van desmontando colocándolas para facilitar la carga del siguiente camión que llegue. Lo cierto es que pocas veces en un transporte de 90 kilómetros podemos encontrar tal variedad dentro de su recorrido.

El templo de la Sagrada Familia lleva más de un siglo en construcción.

Esta grúa de 450 toneladas facilita la descarga de los grandes elementos prefabricados hasta las torres de la iglesia.

 

Lo comprobaremos siguiendo a un Scania 6X4, al cual se le ha cargado una de las placas del encofrado exterior de 16 metros de longitud y 4 metros de anchura. Los primeros kilómetros hasta la C16, que conecta Andorra con Barcelona, nos obligarán a recorrer una pista forestal, cruzar la población de Navás y tras una parte tranquila, por autovía y carretera, adentrarse en el siempre caótico tráfico de las rondas barcelonesas y abrirse paso hasta el templo de la Sagrada Familia, en pleno ensanche barcelonés. Vamos, una auténtica delicia de viaje.

 

Callejeando

Por suerte parece que eso de llevar 127 años trabajando en la misma obra ayuda a perfeccionar la organización. No hay más que ver como cuando uno de los transportes especiales llega a las inmediaciones del templo, se movilizan una serie de operarios. Uno se encarga de vigilar el paso de peatones, mientras sus compañeros abren un acceso a la zona de descarga.

El acceso de lkos grandes transportes a la obra resulta delicado al tratarse de zona urbana.

 

Por fortuna la estructura del ensanche barcelonés, con esquinas amplias en los cruces de calles, permite maniobrar sin excesivos problemas pese a los más de 20 metros de longitud de cada uno de estos convoyes. La maniobra se ejecuta rápidamente, mientras en sólo unos minutos de corte del tráfico se acumula una ristra de autocares turísticos y sus ocupantes aprovechan para obtener fotos diferentes en su visita al monumento inacabado barcelonés.

La ayuda policial resulta obligada en la última fase de la descarga.

 

En apenas 10 minutos, desde la otra esquina del templo, el largo brazo de la grúa Grove de 450 toneladas, siete ejes y 135 metros de alcance llega hasta la pieza. Junto a una de las grúas fijas del templo y las manos expertas de varios operarios el forjado se eleva hacia su destino final, pareciendo que la maniobra fuese sencilla vista por unos ojos poco expertos.

Una maniobra que sumada a todas las que se vienen realizando desde hace 127 años va permitiendo poco a poco que la finalización de este templo se pueda ver ya como algo cercano. Poco se imaginaba Antoni Gaudí que al final unas enormes máquinas llamadas camiones iban a ayudar a finalizar su espectacular obra.

 

Tras la pista de Gaudí

Si cualquier proyecto constructivo conlleva una cierta complejidad, en el caso del actual arquitecto técnico empleado como jefe de obra de la Sagrada Familia, Ramón Espel, además se suma el hecho de continuar la obra de un genio de la arquitectura como fue Gaudí, no demasiado claro en lo que se refiere a las explicaciones que de su obra ha quedado para las generaciones futuras: “El problema no es que sus planos no fueran claros. Simplemente es que muchos no sobrevivieron a los destrozos de 1936 y además las estructuras de la Sagrada Familia resultan demasiado complejas para dibujarlas. Por eso él utilizó muchas maquetas de yeso para guiarnos y afortunadamento eso sí que nos ha llegado. “

El jefe de obra nos atendió y explicó los pormenores de esta compleja construcción.

 

Espel nos aclara que pese a que los primeros trabajos del templo se hicieron utilizando la vieja técnica de piedra sobre piedra Gaudí enseguida fue revolucionario también en el uso del hormigón armado, algo habitual hoy en día, pero revolucionario en el siglo XIX:”En los textos que nos han dejado los discípulos de Gaudí se habla de estructuras concretizadas, porque todavía ni existía la palabra hormigón. Gaudí llega a esta técnica casi por casualidad, pues uno de sus mejores amigos fue Eusebi Güell y éste sería el primer industrial del cemento en el país, al fundar la Asland. El hormigón permitía a Gaudí ser más atrevido en las estructuras con formas curvas, que ya se aguantaban por sí mismas al construirlas. De otro modo, como en las viejas catedrales europeas, se hubiese necesitado talar bosques enteros para el andamiaje necesario para soportar una catedral hasta que se terminaba. El hormigón además es lo que nos permite trabajar como en este caso, realizando fuera de la obra los trabajos previos con los moldes del encofrado, que gracias a las grúas y los camiones actuales podemos transportar sin problemas aunque pesen varias toneladas y midan 16 metros de longitud. Gaudí no tuvo estos medios y por eso, junto a los ingresos que producen las visitas turísticas, en los últimos 16 años hemos podido acelerar la obra y estar ya a punto de cubrir el templo. A partir de ahora quedará pendiente la mitad del volumen, que serán las torres, pero también habremos finalizado las partes más complejas y entretenidas de la construcción. Sin embargo en las guías que nos dejó Gaudí ya preveyó que él no vería esta fase y ahora estamos llevando a la realidad lo que Gaudí realizó en su laboratorio durante sus últimos 20 años de vida.”

La obra del genial arquitecto catalán no sólo ha encontrado personas que la continúen a lo largo de los siglos, sino que parece tener un vínculo a la polémica que no se agota. No podemos hablar con el jefe de obra de la Sagrada Familia sin nombrar la polémica construcción del túnel del AVE, justo bajo una de las fachadas del templo:”Sabemos que el riesgo cero no existe y desde luego si el AVE no pasara por aquí no significaría ningún peligro. Lo que tememos viene principalmente de dos factores, por un lado las vibraciones que se producirán durante la ejecución del túnel a 40 metros de profundidad y muy próximos a nuestros cimientos, que llegan a los 20 metros. Por otro lado como afectará dicho túnel a la composición del terreno. Barcelona se encuentra sobre una capa freática de agua y justo aquí hacemos un gran túnel que tendrá este enorme templo encima. “

La silueta de la inacabada Sagrada Familia destaca en el paisaje barcelonés.