De un tiempo a esta parte no paran de surgir noticias que parecen advertirnos la cada vez más próxima desaparición del oficio de conductor profesional. Me refiero a los múltiples «avances» en el campo de la conducción autónoma. Es decir la existencia, porque ya no son cosa del futuro sinó una incipiente realidad, de todo tipo de vehículos capaces de funcionar sin intervención humana. No voy a dedicar el contenido de este blog a opinar sobre si la conducción autónoma es ya una realidad factible y segura para tomar la vía pública, es más, a lo largo de las múltiples ocasiones en que desde encamion.com hemos acudido a probar vehículos con este tipo de innovaciones nos hemos convencido que las ayudas electrónicas a la conducción serán cada vez más importantes y tomarán cada vez más protagonismo en algunos tipos de transporte, pero creemos que queda todavía un largo camino para que el conductor humano desaparezca del todo, dada su mayor capacidad de improvisación. Y es que la conducción autónoma ya está lista para responder al 99 por ciento de las situaciones… Pero claro ¿Alguien estaría dispuesto a sufrir un accidente cada 99 días?
Pero no, hoy no pretendía debatir sobre la última revolución tecnológica que se viene sobre nosotros. No. Hoy quería destacar como cuando llevaba tiempo temiendo que el factor humano cada vez tenía menor importancia en nuestro sector, de repente dos noticias, prácticamente dos gotas de agua en el mar de la actualidad me han convencido de todo lo contrario. Que, para bien y para mal, el factor humano todavía es fundamental en el oficio del transporte. De repente saltaba a la palestra una noticia que me parecía simplemente aberrante. Una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico descubría a un conductor profesional que daba positivo en cocaína. Si eso de por sí ya es negativo y afortunadamente poco habitual, lo era más en este caso por el peligro añadido que suponía este caso, al tratarse de un transporte de materias ADR que en manos descontroladas podría haber causado una catástrofe de enormes consecuencias. Ya véis, el factor humano en todo su dramatismo. No hay más que felicitar a esos guardias por haber eliminado a un peligro mayúsculo de la ruta. Deprimente pero en este caso el factor humando en mayúsculas. Afortunadamente, cuando un titular así te podría hacer caer en la depresión deseando un futuro de camiones robotizados en las carreteras, surgía otra noticia que nos traía la esperanza en el ser humano. Desde los USA nos llegaba la heroica intervención coordinada de unos policías y unos camioneros para evitar la muerte de un suicida. Colocaron los trailers bajo el puente desde el que un hombre pretendía saltar sobre la autopista para quitarse la vida. Así el suicida perdía la oportunidad de tirarse al vacío, no quedaban más que dos metros hasta el techo de los camiones… Desde luego, a esos agentes humanos y conductores humanos se les ocurrió un modo de usar sus vehículos que ningún sensor ni programador informático hubiese acertado a calcular en sus vehículos robotizados… Una auténtica lección que todavía nos coloca por encima de los robots. ¡Esperemos que no sea sólo un espejismo!