En peligro de extinción
Acompañamos a Juan en la cabina de su Renault Magnum para escuchar como este transportista ha visto cambiar el oficio a lo largo de más de 40 años. Sigue amando un oficio que le mantiene en la carretera a diario pero que él mismo considera en peligro de extinción: el de transportista autónomo. Por Joan Garriga
Para Juan Valencia es un lunes como tantos otros. Suele iniciar la jornada antes de la salida del sol y la prolonga hasta donde las cargas y el tacógrafo dictaminen. Hoy nos dirigimos hacia una cooperativa agrícola en una localidad de Palencia, cargados con 25 toneladas de cereal. En principio una jornada tranquila al volante, donde la mayor parte de los kilómetros discurrirán a través de carreteras locales y nacionales de las de antes, con un único carril en cada sentido… Eso nos da pie a que nuestro anfitrión haga un poco de memoria y nos hable de sus orígenes en el transporte.
De Extremadura a Catalunya
“Nací en Extremadura, aunque ya de joven vivía con mi familia en Berga, en Catalunya, donde había mucho trabajo, tanto por las colonias textiles como por la minería del carbón que en aquella época eran industrias muy activas en la cuenca del Llobregat…”
Así pasan los kilómetros sin darnos cuenta, mientras Valencia da vía libre a su memoria y nos acerca a los tiempos cuando era un chaval a quien el oficio de su padre le había acercado al transporte: “Mi padre era el guarda de una agencia de transportes en Berga y yo empecé a trabajar allí de ayudante, cargando camiones y haciendo todo lo que me pidiesen. Era lo normal antes, tú ibas todo el día de un camión a otro cargando sacos, cajas y lo que hubiese y de repente un día los conductores te decían que si querías aparcar el camión en la nave o si cogías un rato el volante…”
Aunque el Pegaso Diesel 140 era un modelo más que desfasado en 1968, con uno de esos, los popularmente conocidos Mofletes, sería con el que Valencia realizaría sus primeros viajes nacionales: “ïbamos dos chóferes desde Berga a Dos Hermanas en Andalucía, cargados con hilo. El camión era un Pegaso de los primeros, un tres ejes porque le habían montado una acerbi, el tercer eje para cargar más peso, aunque sólo tenía 140 CV de potencia.”
El primer vehículo que nuestro protagonista de hoy conducía era un furgón Citroën de la antigua y poco conocida en nuestro país gama HY, que era algo así como una versión XXL del popular 2CV. Al volante de aquel furgón Valencia recorrería las colonias textiles del Llobregat.
Todo un profesional
“En cuanto pude me saqué todos los carnets para conducir camiones y no sé cómo pero antes de llegar a la agencia de transportes ya se habían enterado… Me recibió mi padre, ya que como vigilante era él quien dejaba los papeles en el mostrador con el nombre de cada conductor y el camión que le correspondía… Me acordaré siempre a mi me habían dado el número 3, que era un Pegaso Comet. Además ese Comet tenía enganche para remolque y lo alquilaban muchos feriantes para mover sus atracciones. Esos fueron durante mis primeros años algunos de mis mejores encargos, ya que si los feriantes veían que eras un conductor fino que aparcaba el remolque en el lugar donde te decían y no les rompías nada siempre pedían que fueses tú a buscarlos y daban buenas propinas. Eso sí, la primera vez que me ví al volante de aquel Pegaso Comet con un remolque de otros seis o siete metros enganchado… ¡Pensé que como iba a sacar aquello tan largo por la puerta del garaje!
La vida de Juan ya iba a quedar ligada al oficio de transportista: “En 1990 me decidí a dar el salto y trabajar por mi cuenta, con una tractora Tecno, desde entonces trabajo como transportista autónomo. Puedo decir que empecé desde cero, con el apoyo de mi mujer que me apoyó y animó para lanzarnos a la aventura de comprar nuestro camión. Somos una especie en peligro de extinción, porque tal y como están las cosas cada día es más difícil que un camionero o una pequeña empresa puedan ganarse la vida en el transporte. No hay derecho a que nos pongan el gasoil más caro que la gasolina ni a que no paren de sacarse de la manga nuevos impuestos que nos afectan. Hay mucha gente viviendo alrededor del camión y deberían dejar que al menos podamos ganarnos la vida y así mantener a otros como las petroleras, los talleres, autopistas… Y entre los transportistas el pequeño siempre ha sido el que peor lo tenía.”
Millonario sólo en kilómetros
Aquí la experiencia de llevar varias décadas sobre el asfalto permite a Juan Valencia tener las ideas muy claras sobre el único modo en que un pequeño transportista puede seguir llegando a fin de mes: “Con esto no te vas a hacer rico, más teniendo en cuenta que llevamos todo nuestro capital en las manos y en cualquier momento
puede surgir un problema. Pero lo que está claro en el transporte es que el único modo de cobrar más o menos decente es trabajando tú directamente para el cliente sin agencias intermediarias. En mi caso yo actualmente tengo la suerte de trabajar para una cooperativa donde todos somos autónomos. De cada carga sólo se nos
descuenta lo justo para financiar el funcionamiento de la cooperativa y los servicios comunes que tenemos. En nuestro caso trabajamos para ganarnos la vida, si estás al enganche para cualquier agencia el objetivo de la empresa es ganar lo máximo, por tanto los camiones son un gasto más y se les paga el mínimo que se puede.
Siempre tuve claro que para trabajar mejor convenía huir de agencias e intermediarios de todo tipo. Cuando uno de mis hijos se quiso hacer transportista hicimos lo mismo, compramos un camión con un trabajo directo de una fábrica, de ese modo tú eres tu dueño y trabajas para alimentarte a ti y a los tuyos, a nadie más. Y eso a día de hoy cada vez es más difícil de conseguir.”
Andamos con en una estupenda tractora con todas las comodidades, no en vano Valencia es un fan de su Renault Magnum, aunque él lo llama su peter. Respecto al primer furgón con el que trabajó aquí cuenta con las comodidades de una pequeña autocaravana, puede recorrer en un día lo que en sus inicios le ocupaba media semana y carga 25 veces más… Sin embargo para Valencia la situación del transporte dista mucho de ser
idónea: “En un par de años como mucho pienso retirarme, a veces alguno viene y te pregunta por si le vendes el camión… Casi nadie de los que he hablado son transportistas con su permiso y papeles al día. La gente parece dispuesta a trabajar de cualquier manera y claro, después que si le tienen que pagar a uno para el título, a otro comisión de la carga, al otro por ir al enganche… ¡Y encima al precio que les digan! El oficio no está en buen momento, tenemos excelentes camiones y somos muy productivos, con las carreteras actuales hacemos un montón de kilómetros y sacamos muchísimas toneladas de género pero la competencia es más feroz que nunca. Ahora trabajamos más que nunca y cuesta más que nunca ganarse la vida.”
Pese a todo, nuestro amigo es todo un enamorado de la ruta, sigue al pie del cañón y encima disfruta de su oficio, tanto que no descarta jubilarse y seguir luego con un camión sólo para tenerlo y pasearse en él: “Un peter, uno bien chulo y sólo sacarlo algún día para pasear, sin problemas.”
Acompañados por Las tres V y el Fary
Durante nuestra ruta entre Catalunya y tierras de Castilla y León coincidimos en gran parte del recorrido con tres compañeros de Cotraman. El contrapunto frente a la veteranía de Valencia, lo pusieron Luís, José Germán y José Antonio al volante de sendos Scania V8. Ellos representan a la nueva generación, que aunque sometida a los
mismos problemas que nos explicaba Valencia todavía no ha perdido el humor para decorar sus camiones y realizar cuantos más kilómetros vengan por delante mejor… Eso sí, para superar las horas de ruta en momentos de cansancio y bajón físico estos tres transportistas catalanes cuentan con su particular remedio: ¡Las canciones del Fary a tope por la CB!