La Fundación cree que la necesidad de moverse debe descansar en sectores que aporten una calidad suficiente.
Estos primeros días de 2019, estamos viviendo conflictos entre el sector del taxi y los vehículos con autorizaciones VTC. Con todo, la Fundación Corell piensa que el deseo y la necesidad de moverse de las personas en general deben descansar en sectores que aporten una calidad suficiente, a la altura del desarrollo de nuestro país. La sostenibilidad de una actividad con alta calidad está condicionada por una regulación adecuada, que garantica el acceso al ciudadano en los mejores términos de seguridad, economía y universalidad.
Además, señala que estas nuevas plataformas tecnológicas como Uber, Cabify o MyTaxi están logrando convertirse en un instrumento cada vez más usado por el viajero, para acceder a los servicios de transporte. Sin embargo, la actual regulación no los tiene considerados y las presiones en la calle, de algunos actores de la movilidad como el taxi, lo único que consiguen es que por parte de las administraciones se improvisen parches sin mucha reflexión y que, seguramente, serán modificados en el futuro.
Desde la Unión Europea (UE), señala la Fundación, se pide más liberalización para sectores que en realidad ya están liberalizados. Y, sin embargo, no se dice nada de modos como el taxi, cuyas licencias están contingentadas (no crecen desde los años 70).
No obstante, las autoridades de la competencia, como la CNMC, ofrece soluciones de libro y cortoplacistas, que no resuelven las carencias de una regulación obsoleta y parcial, y que confunden a los ciudadanos hablando de un mundo liberalizado ideal, que puede llegar a convertirse en un entramado de monopolios contraproducentes para los intereses de las personas. Ante esta situación, las administraciones responsables de la movilidad deberían garantizar una actividad eficaz, adaptando el marco regulatorio a los nuevos tiempos.
Así pues, la Fundación Corell piensa que es necesario volver a regular y a definir un modelo de movilidad donde se priorice el transporte público sobre el privado, no solo para el coche, sino también para los nuevos modos de movilidad personal urbana –como el patinete eléctrico–, que deben estar regulados para que no se produzcan problemas de seguridad y circulación, reservando una posición adecuada a las modalidades más saludables.