Dicen que la sección del obituario o necrológica en cualquier tipo de publicación de prensa es aquella donde se informa al lector de lo importante que fue algún científico, escritor o puede que dirigente de un país desconocido, justo el día de su fallecimiento… Aunque el lector en vida no hubiera tenido noticia de ello. Nosotros escribimos esta necrológica sin la comodidad y frialdad que otorga la distancia, pues tuvimos la gran suerte de contar con la amistad de Chirrín en vida.
Por ello en primer lugar queremos solidarizarnos con el dolor que sienten sus familiares y resto de amigos, desde que falleciera el pasado 14 de Junio de 2016 en Tarragona a causa de una enfermedad sin piedad que en unas pocas semanas ha sido capaz de llevarse por delante a todo un luchador como fue Chirrín. Jesús Herrero fue una persona de esas que dejan huella allá por donde pasan. El oficio de transportista fue una de sus grandes pasiones, como dejaba patente el esmero con que cuidaba su siempre impecable tractora Scania de morro decorada en un espectacular tono rojo. Profesional del ADR en los últimos años había logrado consolidarse más allá de su labor como transportista autónomo y ya disponía de varias cisternas con las que otros compañeros trabajaban realizando rutas al enganche. La actividad propia de este oficio no le impedía siempre que era posible ayudar a sus amigos y compañeros de oficio, de hecho la última vez que saltó a la actualidad en uno de nuestros reportajes era como participante en una acción reivindicativa de los transportistas de Tarragona, hace escasamente unos meses y todavía lleno de energía.
Esa energía que Chirrín siempre irradió a quienes le rodearon. A Chirrín lo conocimos hace ya varias décadas, asistiendo al Gran Premio de Carreras de Camiones del Jarama, Él llevaba bien visibles en el rostro las huellas de un cruel accidente que había superado años antes, pese a las gravísimas quemaduras que estuvieron a punto de acabar con su vida. Tras un día viendo carreras en el Jarama, huimos del polvoriento circuito y cenando en un restaurante mientras encargaba la carne, Chirrín veía como el camarero observaba sus quemaduras, casi con miedo… Así que simplemente le espetó: “A mi el entrecot me lo sirves como yo. ¡A medio quemar!” Porque Jesús Herrero “Chirrín” era así, todo un ejemplo de fuerza y capacidad de superación. Explicaba mil historias y a su lado resultaba imposible aburrirse… Eso sí, explicaba mil historias, excepto la más heroica que se guardó casi siempre para sí mismo. Aquella que sólo conocían sus más allegados, aquella en la que un soldador lograba huir de un terrible incendio y que cuando estaba a salvo de las llamas, aunque ya herido, volvía a meterse en ellas para sacar de aquel infierno a su compañero todavía en sus manos. Volvió a salir del incendio, el esfuerzo sólo sirvió para prolongar unos días la vida del compañero y agravar las heridas del propio Chirrín. Pero a buen seguro que si aún pudiéramos preguntarle porqué hizo aquella acción heroica, prácticamente suicida, él contestaría: “Lo habría hecho cualquiera en aquella situación”. Y lo hubiera contestado mirándote a los ojos con su mirada cristalina y sincera. Pues no Chirrín, desgraciadamente no lo hubiera hecho cualquiera, sólo alguien como tú.